Vivir el presente es imposible. Si estamos esperando para
atraparlo, todavía es futuro, y cuando queremos asirlo, ya es pasado.
Lo que nace como un sano consejo, "vivir el
presente", termina frustrando a quien lo intenta.
La idea era positiva, bien intencionada. Falló la forma de
comunicarla.
Existe, por suerte, una mejor manera de expresarla.
Una gran amiga, una de las personas más brillantes que
conozco, habla de "estar donde está el cuerpo". Lo cual significa
tener la mente, a cada momento, sumida en la misma actividad que está
realizando el cuerpo.
El cuerpo responde a lo que piensa la mente; cree en lo que
dice la mente, y reacciona en consecuencia.
El cuerpo no distingue entre pasado, presente y futuro. El
recuerdo de una tragedia hace que en el organismo se desaten los síntomas de la
angustia, como si el desafortunado hecho estuviera reeditándose en el presente.
Asimismo, la preocupación por un supuesto problema futuro, hace que el cuerpo
se estrese ahora, en el instante actual.
El cuerpo tampoco distingue entre realidad, imaginación y
fantasía. Un sueño inquietante hace que uno se despierte transpirando. Si
llevamos unas horas sin comer, no hace falta tener un suculento bocado frente a
nosotros; basta con pensar en algo que nos gusta, para que el cuerpo secrete
saliva en la boca y jugos gástricos en el estómago.
Por eso es tan dañina la costumbre --o la enfermedad,
deberíamos decir-- de tener el cuerpo en un lugar y tiempo, y la mente en otro
lugar y tiempo, disociada del cuerpo; porque no le permitimos al cuerpo hacer
lo que necesita hacer en cada momento. Cuando comemos o descansamos, pensamos
en el trabajo. Cuando trabajamos, pensamos en comer o en descansar. En otras
palabras, le damos al cuerpo la orden de digerir o de relajarse, cuando lo
necesitamos cerebralmente activo, y luego le damos la orden de activarse cerebralmente,
cuando necesitamos que digiera o que se relaje.
Si pensamos en el trabajo mientras comemos, el cuerpo sufre
la contradicción de tener que estar generando químicos para resolver un
problema laboral en el cerebro, en lugar de generar químicos para procesar
alimentos en el estómago, lo cual resulta en una digestión complicada.
Suele decirse que la iluminación consiste sencillamente en
comer cuando uno come, bañarse cuando uno se baña, trabajar cuando uno trabaja.
Estar donde está el cuerpo.
Hacer lo que está haciendo el cuerpo.
Eso, tan fácil de practicar, es lo que en realidad postula
el impracticable postulado de vivir el presente.