Siddhartha dijo a Govinda en voz baja, como si hablara
consigo mismo:
- ¿Qué significa el arte de ensimismarse? ¿Qué es el
abandono del cuerpo? ¿Qué representa el ayuno? ¿Qué se pretende al detener la
respiración? Se trata sólo de huir del yo. Es un breve escaparse del dolor de
ser yo, una breve narcosis contra el dolor y lo absurdo de la vida. La misma huida,
la misma breve narcosis encuentra el arriero en el albergue, cuando bebe
algunas copas de aguardiente de arroz o de leche de coco fermentada. Entonces
ya no siente su yo, ya no experimenta los dolores de la vida; en aquel momento
ha encontrado una breve narcosis. Dormido sobre su copa de aguardiente de arroz,
alcanza lo mismo que Siddhartha y Govinda después de largos ejercicios: escapar
de su cuerpo y permanecer en el no-yo.
Siddhartha preguntó a Govinda:
- ¿Cuántos años crees que tiene el más anciano de los
samanas, nuestro venerable profesor? Tiene sesenta años y no ha llegado al
nirvana. Tendrá setenta, ochenta años, como tú y yo los tendremos, y seguiremos
con los ejercicios y ayunaremos, y meditaremos. Pero nunca llegaremos al nirvana.
Ni él, ni nosotros. Govinda, creo que seguramente ni uno de todos los samanas
llegará al nirvana. Ni uno. Encontramos consuelo, alcanzamos la narcosis,
aprendemos artes para engañarnos. Pero lo esencial, el camino de los caminos,
ése no lo hallaremos.
Siddhartha dijo a Govinda:
- Sufrí sed, Govinda, y durante este largo trayecto con los
samanas mi sed nada ha disminuido. Siempre me hallé sediento de ciencia y lleno
de preguntas. He interrogado a los brahmanes año tras año, he indagado entre
los sagrados Vedas año tras año. Quizá, Govinda, si hubiera preguntado al cálao
o al chimpancé me habrían instruido tan bien, tan útilmente, con tanta inteligencia.
Govinda, ¡he necesitado tiempo para aprender, y aún no he conseguido entender
que nada se puede aprender! Creo que realmente no existe eso que nosotros
llamamos "aprender". Sólo existe, amigo mío, un saber que está en
todas partes. Este se halla en mí y en ti, y en cada ser. Y empiezo a creer que
este saber no tiene peor enemigo que el querer saber, que el desear aprender.
Siddhartha agregó:
- Cuando alguien busca, fácilmente puede ocurrir que su ojo
sólo se fije en lo que busca; pero como no lo halla, tampoco deja entrar en su
ser otra cosa, ya que únicamente piensa en lo que busca, tiene un fin y está
obsesionado con esa meta. Buscar significa tener un objetivo. Encontrar, sin
embargo, significa estar libre, abierto, no necesitar un fin. Tú, venerable Govinda,
quizás eres uno que busca, pues persiguiendo tu objetivo, no ves muchas cosas
que están a la vista.
Siddhartha respiró profundamente y pensó:
- ¡Oh! ¡Ahora ya no permitiré que se escape Siddhartha! Ya
no quiero empezar mis reflexiones y mi vida con la pena del mundo. Ya no deseo matarme
ni despedazarme para hallar un misterio detrás de las ruinas. Ya no me enseñará
el yoga-veda, ni el atharva-veda, ni los ascetas, ni cualquier otra doctrina.
Quiero aprender de mí mismo, deseo ser mi discípulo, conocerme, adentrarme en
el misterio de Siddhartha.
-- Fragmentos de "Siddhartha", de Hermann Hesse
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