“La intromisión de la tecnología en cada rincón del planeta
tendrá, algún día, un desenlace espiritual positivo para el hombre”, me dijo
alguien muy, muy optimista. “Porque cuando no quede escondite del globo al que
no se pueda visitar desde una pantalla, cuando no quede criatura exótica del
fondo del mar sin su documental, el anhelo del hombre de descubrir algo oculto,
de conocer algo nuevo, seguirá vigente… y entonces deberá volcarse al único
territorio inexplorado, al único sitio inaccesible para las cámaras, al lugar
menos visitado y más maravilloso del universo: uno mismo”.
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