¿Por qué
podemos fácilmente concebir que alguien a quien le ocurre algo desgraciado,
usualmente vinculado con la muerte, nunca más pueda ser feliz, pase lo que
pase, y en cambio nos cuesta concebir que alguien a quien le ocurre algo
agraciado, usualmente vinculado con la vida, nunca más pueda ser infeliz, pase
lo que pase?
No hay comentarios:
Publicar un comentario