miércoles, 28 de mayo de 2014

Avíreri

 
La fábula de Avíreri, proveniente de la cultura Asháninka en el Amazonas, nada tiene que envidiarle a los mitos griegos, en su representación de la realidad humana.
 
Avíreri, el dios transformador, llevaba sobre sus hombros a su nieto Kíri, quien colmaba la paciencia de su abuelo con preguntas acerca de quién era cada persona que ellos encontraban en su paseo.
 
Cansado de darle explicaciones al pequeño inquisidor, Avíreri optó por designar con el nombre de un animal, una planta o una piedra, a cada ser humano que aparecía ante su vista, como forma de reducir a una sola palabra la respuesta para Kíri.
 
Así es como Avíreri, el dios transformador, te convierte en animal, planta o piedra, si tienes el infortunio de cruzarte en su camino.
 
La mítica figura Asháninka nos representa a todos.
 
Todos nosotros llevamos sobre los hombros a ese pequeño inquisidor: la mente, que nos pide catalogar todo lo que vemos, incluso a las demás personas.
 
Todos nosotros, dioses transformadores, vamos por la vida señalando, describiendo, convirtiendo a cada persona en aquello que nosotros mismos decidimos que sea.
 


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