El ser humano, me dijo un verdadero maestro, debería
protegerse de los ataques a su psiquis de la misma manera en que se protege de
los ataques a su físico.
Sin embargo, inadvertido de la existencia de un cuerpo
psicológico, el ser humano sólo resguarda su cuerpo físico.
Se encierra bajo llave, en la seguridad de una casa, para
que nadie dañe su cuerpo físico... pero no se encierra sólo. Se encierra con
los enemigos de su cuerpo psicológico, con los agentes que dañan a ese otra parte
de su ser.
El hombre echa cerrojo a la puerta para protegerse de las
amenazas físicas, pero deja entrar a los agresores psicológicos.
Los medios de comunicación ingresan a su hogar y psicológicamente
lo muelen a golpes, mientras él se siente físicamente a salvo.
¿De qué le sirve al ser humano tener un cuerpo físico
impecable, preguntaba un verdadero maestro, si tiene el cuerpo psicológico
completamente magullado?
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