Permítanme compartir algo que escribí días atrás, al ver a
dos amigos en familia, con sus dos hijos muy pequeños, recién adoptados.
...
Tiene que haber algo más.
La sangre, al final, no es más que moléculas, átomos,
mayormente vacío.
La genética, al final, no es más que información. Ceros y
unos.
El apellido, al final, no es más que una formalidad, una
convención, un cartel.
Tiene que haber algo más, para que un ser humano sepa que
esa mirada es de su padre, que esa sonrisa es de su madre.
Algo más, para que un ser humano sepa que ese otro ser con
el que está jugando es su hermano.
Algo más, para que cuatro personas que provienen de lugares
distantes, sepan que nacieron para estar juntos.
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