jueves, 18 de septiembre de 2014

Ser consecuentes

 
Sólo nos exigimos ser consecuentes con aquellas ideas en las que decimos creer, y en las que nos gustaría creer, pero en las que en realidad no creemos.
 
Cuando realmente creemos en algo, no necesitamos esfuerzo alguno, ni mucho menos actos heroicos, para ser consecuentes con ello.
 
Con aquello de lo que verdaderamente estamos convencidos, somos consecuentes automáticamente.
 
Así que, aunque nos gustaría actuar de acuerdo con las ideas que profesamos, y aunque nos esforcemos por hacerlo, siempre terminamos operando maquinalmente, según lo que ordenan nuestras creencias más arraigadas.
 
Si queremos cambiar nuestra conducta, por lo tanto, debemos excavar hondo en nuestro bagaje de ideas y preconceptos, para poder hallar, y modificar, nuestros convencimientos más profundos.
 
-- Pampa Namah
 


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