Dentro de
nosotros, me dijo un verdadero maestro, no están los medios para alcanzar la
felicidad. No está el camino para llegar a la felicidad.
Dentro de
nosotros, me dijo, está la felicidad.
Si no
estuviera dentro de nosotros, ¿cómo podríamos sentirla, en ese fugaz instante
en que algo externo la despierta?
Cuando algo
externo la despierta, la felicidad siempre es fugaz, porque se termina cuando
se acaba el efecto de ese estímulo foráneo.
Si vivimos
a través de nuestra personalidad, de nuestro ego, necesitaremos
irremediablemente de un factor externo para animar en nosotros la felicidad,
porque no tenemos acceso directo a ella.
Hemos
perdido el acceso directo a la fuente de donde emana esa felicidad, porque, al
identificarnos con el ego, al apegarnos a la personalidad, nos hemos separado
de la esencia.
Si
pudiéramos reconectarnos, me dijo el maestro, descubriríamos lo que resulta
evidente. Descubriríamos que si la felicidad puede aflorar de nuestro interior,
es porque siempre ha estado allí.
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