viernes, 26 de abril de 2013

Un ejemplo actual

 
Muchos maestros, a lo largo de la historia, hablaron de identificación. Pero se refirieron a ella de manera figurada.
 
Con un ejemplo aplicado a la tecnología de hoy, resulta más claro entender de qué se trata.
 
Sigan los siguientes pasos...
 
Creen una cuenta en Twitter, en Facebook o en cualquier otra red social, y pónganle un nombre de fantasía. Por ejemplo, "Ego".
 
A través de esa cuenta, publiquen algo ferviente, a favor de un político o equipo de fútbol de otro país, al que ustedes admiren.
 
Sugiero política o fútbol, porque son dos materias que despiertan pasiones, y sugiero que sean otro país, para hacer más exagerada la muestra.
 
Siéntense a esperar, o sigan publicando comentarios recalcitrantemente favorables a ese político o equipo de fútbol --incluso pueden intercalar críticas a los rivales directos de ese político o equipo de fútbol, para acelerar el proceso--, hasta que alguien, defensor del político o equipo de fútbol opuesto al de ustedes, les expida alguna clase de atropello o insulto. El vejatorio mensaje básicamente dirá: "Ego, eres un necio", o "eres un ignorante", o algún agravio de ese estilo.
 
Observen su reacción en ese momento.
 
Su reacción inmediata será responder con una agresión de igual tenor. Se sentirán ofendidos en lo más íntimo de su ser, porque alguien atacó al nombre de fantasía de la cuenta de una red social que apoya a un político o equipo de fútbol que en realidad nada significa para ustedes, porque, para colmo, ese político o equipo de fútbol pertenece a otro país.
 
En la vida armamos un personaje artificial, que también se llama "ego", y que también pelea y discute por cosas que nada tienen que ver con nuestro ser, con nuestra esencia.
 
Después, por el mismo principio --pero elevado a la enésima potencia-- que nos lleva a sufrir a la par del protagonista al ver una película de cine, nos metemos a tal punto en la piel del personaje que sentimos que si no lo quieren a él, no nos quieren a nosotros; si lo desprecian a él, nos están despreciando a nosotros; si lo provocan a él, nos están provocando a nosotros. Y reaccionamos en consecuencia.
 
Creamos un avatar para interactuar en la gran red social que es la vida, y luego creemos que somos el avatar.
 
Eso es identificación.
 
 
 

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