Después de
que hayan deslumbrado nuestros ojos con los brillos de la riqueza, después de
que hayan excitado nuestra mente con el ansia de las posesiones, después de que
hayan puesto nuestras manos a trabajar con la promesa de un pago, deberíamos volver
hacia dentro y conectarnos con esa parte de nosotros que no se mueve por ambición.
Esa parte
de nosotros a la que no llega el dinero.
Esa parte de
nosotros que es, por suerte, insobornable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario