La biología distingue dos clases de semillas, hipogeas y
epigeas, según su forma de germinar.
Al principio, ambas habitan el suelo por igual, enterradas
en un mundo plagado de nutrientes, pero literalmente oscuro y opresor.
Ambas echan raíz hacia abajo, que las aferra a ese ambiente,
y a la vez extienden un tallo hacia arriba que traspasa ese plano y las conecta
con otro lugar, con otra dimensión.
Hasta ahí, ambos tipos de semillas son iguales.
La diferencia surge en un momento trascendental, un instante
en que las semillas toman caminos distintos.
Las hipogeas prefieren permanecer en lo viejo, en lo seguro.
No salen de la tierra.
Las epigeas se animan a dar el salto, a abandonar lo
conocido. Se dejan llevar por el tallo hacia lo nuevo.
Emergen del suelo.
Esa es, creo yo, la bifurcación que se producirá en los
próximos tiempos. El universo no cambiará, pero será diferente para unos y para
otros, según la forma en que cada uno decida germinar.
Ambas semillas, hipogeas y epigeas, habitan el mismo planeta
al mismo tiempo, pero mientras unas viven en un mundo literalmente oscuro y
opresor, las otras viven en un mundo de luz, de expansión y de libertad.
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