Sin pedirnos permiso ni explicarnos el por qué, nos mandan
abrupta y dolorosamente a un planeta del cual no podemos salir, como no podía
salir Truman de su esfera, y luego, al cabo de una cantidad arbitraria de años,
también sin pedirnos permiso ni explicarnos el por qué, nos sacan abrupta y
dolorosamente de ese lugar al que estábamos empezando a acostumbrarnos.
Pero si llegamos a cuestionar el proceso, a denunciar el
absurdo que encierra toda la cuestión, algunos alrededor nos señalan con el
dedo. Nos dan a entender que si ellos lo aceptan sin chistar, nosotros
deberíamos hacer lo mismo.
Son actores.
Cuando intentaba rebelarse contra el universo que le habían
armado, los demás actores del "Truman Show", funcionales a ese mundo
de utilería, desalentaban el anhelo de Truman de conocer lo que había del otro
lado de la mampostería.
Los que se burlan de las inquietudes existenciales son como
esos actores.
Si ellos no se preguntan de dónde venimos y adónde vamos, no
deberían reprimir al que formula esa clase de planteos.
En términos más terrenales, si a ellos les suena lógico que
se gaste en armamento miles de veces más de lo que bastaría para acabar con el hambre
en el mundo, al menos no deberían callar al que le parece que algo no cierra.
Y en términos externos a la Tierra , si ellos creen que este
planeta es el único territorio habitado en un cosmos infinito, al menos no
deberían burlarse del que cree lo contrario.
Pero son actores. Actores que, a diferencia de los que
distraían a Truman, no reciben paga ni recompensa por aplacar al que se le ocurre
pensar distinto.
Lo hacen maquinalmente. Uno pulsa ese botón, con algún argumento
inusual, con algún comentario que los descoloque, y ellos reaccionan en forma
inmediata y automática, como si estuvieran aparatosamente programados.
Lo hacen de manera inconsciente.
Lo hacen dormidos.
Por suerte, cada día hay más conciencia y menos autómatas.
Abrir los ojos y salir del sueño es un proceso incómodo.
Implica renunciar a la confortabilidad de lo conocido, de lo popularmente
aceptado.
Algunos se resisten a hacerlo, pero cada vez son más los que
se lanzan hacia ese rumbo.
Y el primer paso en ese camino es dejar de actuar, así que
cada vez hay menos actores, menos gente que baje las persianas, menos gente que
cierre las cortinas, menos gente que apague la luz de los que quieren despertar.
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