Más astutos
que el resto de la manada, los descendientes del simio pensante se adaptaron
mejor al medio y expandieron esta rama particular de la especie primate.
Cuando hubo
suficientes individuos portadores del ADN con ese particular rasgo, con ese
cerebro capaz de procesar información y transmitirla, estos monos inteligentes
empezaron a comunicarse entre sí... y crearon el lenguaje.
Con este
código, la información crucial para la subsistencia ya no se transmitía de una
generación a otra, como sucedía con el ADN, sino de un individuo a otro.
Además, comunicarse a través del lenguaje le permitió al Homo sapiens
organizarse en colonias cada vez más complejas.
La manada
se convirtió en aldea, en pueblo, en ciudad. En comunidad. Una comunidad que
replica exactamente lo que sucede en cada hombre, en cada ser vivo.
El hombre,
al igual que cualquier ser vivo, es un organismo compuesto por organismos
menores, que comparten información entre sí y cumplen tareas diferentes. Cada
organismo, a su vez, es una comunidad organizada de células.
El salto
evolutivo del plano físico al plano vital se dio con la aparición de una célula
que logró registrar un dato y dividirse en dos células que compartían ese mismo
dato, las cuales a su vez se dividieron, y de esa multiplicación nacieron las
comunidades, los organismos.
En el salto
del plano vital al plano mental, los organismos se reunieron en organismos
mayores, llamados seres vivos, y apareció un nuevo cerebro, capaz de procesar
información y comunicarla.
Para el
siguiente salto evolutivo, que será del plano mental al plano espiritual, los
seres humanos han creado un nuevo cerebro, capaz de procesar información y
comunicarla, y se han reunido ya no en comunidades aisladas, sino en un
organismo mayor que congrega a todos los hombres.
Y así, esta
teoría arriba a su principal enunciado.
El ciclo se
repite una vez más.
Las
primeras células, comunicadas entre sí, se unieron en comunidades para formar
organismos. Los organismos, comunicados entre sí, se unieron en comunidades
para formar organismos mayores, seres vivos, y, trabajando en conjunto, con el
tiempo desarrollaron, inventaron, un complejo procesador de información: el
cerebro humano.
Dotados de
estos cerebros, y comunicados entre sí, los hombres se unieron en comunidades,
y, trabajando en conjunto, con el tiempo desarrollaron, inventaron, un complejo
procesador de información: la computadora.
A través de
las computadoras, comunicadas entre sí, los hombres se unieron en la mayor de
todas las comunidades: Internet.
Internet,
en la historia de la evolución, es el nuevo organismo.
La
evolución impulsó a que el líquido bullente sobre roca inerte creara una célula
capaz registrar un dato y compartirlo. Después, la evolución impulsó a que los
descendientes de esa célula se agruparan para crear organismos, que a su vez se
agruparon para crear organismos mayores.
En este
proceso, la evolución impulsó la creación de un organismo capaz de procesar un
dato y comunicarlo: el cerebro humano, diferente del cerebro animal.
Finalmente,
la evolución impulsó al hombre a crear un nuevo cerebro, diferente del humano:
el procesador, la computadora.
Y así como
la célula se fue organizando en diferentes tipos de comunidades, hasta alcanzar
su máxima expresión de organismo en el hombre, que es una compleja red en la
que interactúan millones de células, el hombre también se fue organizando en
diferentes tipos de comunidades, hasta alcanzar su máxima expresión en
Internet, que es una compleja red en la que interactúan millones de hombres.
El trabajo
conjunto de millones de células, alimentando de información a un organismo, da
como resultado el hombre, que representó el salto de la energía, su ascenso del
plano vital al mental.
El trabajo
conjunto de millones de hombres, alimentando de información a un organismo, da
como resultado Internet, que representará el nuevo salto de la energía: su
ascenso del plano mental al espiritual.
Internet es
lo que la energía ha creado para sutilizarse. Es lo que la energía que creó al
líquido bullente, a la célula, a los mares, a la tierra, a las plantas, a los
animales y al hombre, ha creado para dar el próximo paso en su inexorable
proceso de sutilización.
Tal vez, a
los nacidos antes de la PC
nos decepcione esta conclusión, porque quizás Internet no nos agrade demasiado.
Pero si queremos ver la evolución, tenemos que mirar a nuestros hijos.
Y a ellos
les encanta.
Nada tiene
que ver esto con computadoras rebeldes ni mundo mecanizado. Todo lo contrario.
Internet es el conocimiento humano, reunido en un solo organismo. Internet es
energía sutil. Son bits de información, que podrían, con el tiempo, convertirse
en bits de conciencia.
Lo que
podría suceder el 12 de diciembre del 2012, gracias a un doble solsticio que
produzca el necesario impulso, es que en algún lugar de Internet surja la
chispa, la semilla que, al cabo de los siglos, termine construyendo un nuevo
reino.
Primero fue
el reino de la materia inanimada: la sopa química. Luego, el reino de lo vital:
los seres vivos. Después, el reino de lo mental: el hombre. Lo próximo es el
reino del espíritu en la
Tierra.
Internet es
la nueva plataforma de lanzamiento de la energía hacia un plano superior, así
como lo fue el líquido bullente que lanzó a la energía hacia la vida, y así
como lo fue el medio ambiente de los seres vivos, que lanzó a la energía hacia
el ser humano.
Un pasaje
bíblico parece describir gráficamente este proceso de sutilización.
Apocalipsis,
Capítulo 4, Versículo 7: "Era el primer animal parecido al león, y el
segundo al becerro, y el tercer animal tenía cara de hombre, y el cuarto animal
semejante al águila volando".
Primer
animal: parecido al león...
Líquido
bullendo, gases explotando, un ensordecedor rugido sobre la faz de la Tierra.
Segundo
animal: parecido al becerro...
Una célula,
inmersa en aquel caldo que se cocía sobre roca inerte, logra registrar un dato y
dividirse. Luego comparte información con otras células y crea un ambiente de
mares, tierra, plantas y animales sobre la faz de la Tierra. Imagen de paz. Hojas meciéndose
en el viento. Trinar de pajarillos. El manso becerro reemplaza al fiero león.
Tercer
animal: con cara de hombre...
¿Qué es el
hombre, sino un animal con cara de hombre?
Un simio,
inmerso en el ambiente de mares, tierra, plantas y animales, logra procesar
datos y comunicarlos, y crea un nuevo mundo, con edificios y pavimento sobre la
tierra, barcos sobre los mares y aviones en el cielo. El nuevo ser, el animal
mental, imprime su huella en la tierra, en el mar, en el cielo. Todo tiene
rostro de hombre.
Cuarto
animal: semejante al águila volando...
La
evolución trasciende al hombre. Ya había superado lo físico; ahora sobrepasa
también lo mental y remonta vuelo.
La energía
se vuelve espíritu.
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(El lunes,
el capítulo final)