Dotados de
un cerebro capaz de procesar información y comunicarla a sus semejantes, los
monos pensantes ya no necesitaban esperar el paso del tiempo para aprender,
para evolucionar.
No
necesitaban que el azar diera con una mejora en el ADN para incrementar su
poder de supervivencia. Podían hacerlo en una sola vida, procesando información
y compartiéndola con sus cohabitantes.
Nuevamente,
la evolución operaba con la fórmula de los organismos. Al igual que aquella
primera célula que logró dividirse, si el hombre no se hubiera multiplicado
rápidamente y reunido con otros, si se hubiera mantenido aislado, no habría
durado mucho tiempo en el ambiente salvaje.
Al
reproducirse y formar un grupo, una colonia, una comunidad, el hombre aseguró
su supervivencia y disparó su evolución.
Un miembro
del grupo descubría que un palo con punta servía para cazar, se lo comunicaba
al resto de la comunidad, y entre todos mataban animales que históricamente
habían depredado a su especie.
Otro
integrante de la colonia descubría el fuego, otro inventaba la rueda... y cada avance
llevaba a la especie a evolucionar rápidamente, mientras el resto de la
creación seguía con su lento y pausado transitar evolutivo.
Al cabo de algunos
millones de años, ya no miles de millones, la evolución de esta nueva especie
había superado de tal forma a la evolución de todas las demás, la nueva especie
había sacado tanta ventaja, que el hombre se adueñó de la Tierra.
Al igual
que la célula con el líquido bullente, el hombre terminó invadiendo y alterando
el medio ambiente anterior, del cual había surgido. Pero... ¿no se suponía que
la energía buscaba sutilizarse? ¿Qué tienen de sutileza los edificios y el
pavimento, comparados con los árboles y la tierra?
La energía,
sin embargo, no se rige por juicios de valor. En el camino de la evolución han
desaparecido miles de especies, han sucedido cataclismos que han destruido
hábitats completos, en los que perecieron todos los seres vivos que moraban
allí.
Terca,
obstinada, la evolución sigue su rumbo. Y no cabe juzgarla, como no cabe juzgar
al león cuando apresa descarnadamente al cervatillo.
El problema
con la pregunta sobre edificios versus árboles, es que no apunta en la dirección
correcta. En términos materiales, el edificio es menos sutil que el árbol, sí,
pero la sutilización de la energía, a esta altura, ya no se da en lo material.
Con el
hombre, la energía alcanza un grado de sutilización diferente. Más que un nuevo
grado, es un nuevo plano de sutilización.
Con la
célula que logró registrar un dato y dividirse, la energía utilizó el plano
físico del líquido bullente como plataforma de despegue hacia el plano vital. Con
el hombre, la energía utilizó el plano vital como plataforma de despegue hacia
otro plano.
El plano
mental.
Antes de
que la energía diera este salto, en el plano vital había ya precarias
manifestaciones de lo que vendría después, primitivas sugerencias del plano
mental: el instinto animal, la sabiduría de las plantas.
Así
también, en el plano mental hay muestras, chispazos de lo que vendrá después.
Lo que
vendrá después, en la sutilización de la energía, es el plano espiritual.
Las precarias
manifestaciones o primitivos bosquejos de lo espiritual, en el plano mental,
son las dudas existenciales, la búsqueda de respuestas trascendentales, la
filosofía, la teología, las religiones.
Algún día,
lo que hoy es sugerencia será afirmación. Lo que hoy es insinuación, será
realización.
Algún día,
la energía dará el salto del plano mental al espiritual. La fecha, por qué no,
podría ser el 12 de diciembre del 2012.
¿Qué
cambiará ese día?
Todo, y sin
embargo nada, o muy poco.
Probablemente
ocurra algo imperceptible, por incomprensible, para el plano mental. Algo que
la mente no estará en condiciones de ver.
Para el
líquido bullente del plano físico, el nacimiento de la vida fue un hecho
imperceptible por incomprensible.
En el plano
vital, el nacimiento del ser humano fue un hecho imperceptible por
incomprensible para el resto de los seres vivos. Las plantas y los animales no
dijeron: "¡Atención, acaba de nacer el hombre!"
De la misma
manera, el salto al plano espiritual probablemente será imperceptible por incomprensible
para el plano mental.
Pero digo
"probablemente", y no "seguramente", porque en este caso
hay una diferencia fundamental: el ser humano es consciente. Es consciente de
lo que ocurrió en el pasado y de lo que está pasando en el presente, y su
insistente búsqueda espiritual tal vez le permita ser consciente de lo que ocurra
en el futuro.
Inevitablemente,
de una manera u otra, la evolución dará el salto y cambiará de plano. Pero quizás,
si el ser humano pone la suficiente atención y foco, la evolución pueda, por
primera vez en la historia, dar el salto en forma diferente. Cambiar de un
plano a otro en forma distinta.
En forma consciente.
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(Mañana,
viernes, el Capítulo 8)
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