jueves, 15 de noviembre de 2012

Una teoría del 21-12-12 (Capítulo 7)

 
Dotados de un cerebro capaz de procesar información y comunicarla a sus semejantes, los monos pensantes ya no necesitaban esperar el paso del tiempo para aprender, para evolucionar.
 
No necesitaban que el azar diera con una mejora en el ADN para incrementar su poder de supervivencia. Podían hacerlo en una sola vida, procesando información y compartiéndola con sus cohabitantes.
 
Nuevamente, la evolución operaba con la fórmula de los organismos. Al igual que aquella primera célula que logró dividirse, si el hombre no se hubiera multiplicado rápidamente y reunido con otros, si se hubiera mantenido aislado, no habría durado mucho tiempo en el ambiente salvaje.
 
Al reproducirse y formar un grupo, una colonia, una comunidad, el hombre aseguró su supervivencia y disparó su evolución.
 
Un miembro del grupo descubría que un palo con punta servía para cazar, se lo comunicaba al resto de la comunidad, y entre todos mataban animales que históricamente habían depredado a su especie.
 
Otro integrante de la colonia descubría el fuego, otro inventaba la rueda... y cada avance llevaba a la especie a evolucionar rápidamente, mientras el resto de la creación seguía con su lento y pausado transitar evolutivo.
 
Al cabo de algunos millones de años, ya no miles de millones, la evolución de esta nueva especie había superado de tal forma a la evolución de todas las demás, la nueva especie había sacado tanta ventaja, que el hombre se adueñó de la Tierra.
 
Al igual que la célula con el líquido bullente, el hombre terminó invadiendo y alterando el medio ambiente anterior, del cual había surgido. Pero... ¿no se suponía que la energía buscaba sutilizarse? ¿Qué tienen de sutileza los edificios y el pavimento, comparados con los árboles y la tierra?
 
La energía, sin embargo, no se rige por juicios de valor. En el camino de la evolución han desaparecido miles de especies, han sucedido cataclismos que han destruido hábitats completos, en los que perecieron todos los seres vivos que moraban allí.
 
Terca, obstinada, la evolución sigue su rumbo. Y no cabe juzgarla, como no cabe juzgar al león cuando apresa descarnadamente al cervatillo.
 
El problema con la pregunta sobre edificios versus árboles, es que no apunta en la dirección correcta. En términos materiales, el edificio es menos sutil que el árbol, sí, pero la sutilización de la energía, a esta altura, ya no se da en lo material.
 
Con el hombre, la energía alcanza un grado de sutilización diferente. Más que un nuevo grado, es un nuevo plano de sutilización.
 
Con la célula que logró registrar un dato y dividirse, la energía utilizó el plano físico del líquido bullente como plataforma de despegue hacia el plano vital. Con el hombre, la energía utilizó el plano vital como plataforma de despegue hacia otro plano.
 
El plano mental.
 
Antes de que la energía diera este salto, en el plano vital había ya precarias manifestaciones de lo que vendría después, primitivas sugerencias del plano mental: el instinto animal, la sabiduría de las plantas.
 
Así también, en el plano mental hay muestras, chispazos de lo que vendrá después.
 
Lo que vendrá después, en la sutilización de la energía, es el plano espiritual.
 
Las precarias manifestaciones o primitivos bosquejos de lo espiritual, en el plano mental, son las dudas existenciales, la búsqueda de respuestas trascendentales, la filosofía, la teología, las religiones.
 
Algún día, lo que hoy es sugerencia será afirmación. Lo que hoy es insinuación, será realización.
 
Algún día, la energía dará el salto del plano mental al espiritual. La fecha, por qué no, podría ser el 12 de diciembre del 2012.
 
¿Qué cambiará ese día?
 
Todo, y sin embargo nada, o muy poco.
 
Probablemente ocurra algo imperceptible, por incomprensible, para el plano mental. Algo que la mente no estará en condiciones de ver.
 
Para el líquido bullente del plano físico, el nacimiento de la vida fue un hecho imperceptible por incomprensible.
 
En el plano vital, el nacimiento del ser humano fue un hecho imperceptible por incomprensible para el resto de los seres vivos. Las plantas y los animales no dijeron: "¡Atención, acaba de nacer el hombre!"
 
De la misma manera, el salto al plano espiritual probablemente será imperceptible por incomprensible para el plano mental.
 
Pero digo "probablemente", y no "seguramente", porque en este caso hay una diferencia fundamental: el ser humano es consciente. Es consciente de lo que ocurrió en el pasado y de lo que está pasando en el presente, y su insistente búsqueda espiritual tal vez le permita ser consciente de lo que ocurra en el futuro.
 
Inevitablemente, de una manera u otra, la evolución dará el salto y cambiará de plano. Pero quizás, si el ser humano pone la suficiente atención y foco, la evolución pueda, por primera vez en la historia, dar el salto en forma diferente. Cambiar de un plano a otro en forma distinta.
 
En forma consciente.
 
--
(Mañana, viernes, el Capítulo 8)
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario